El Diario de un Inmigrante aboga por un género literario que promueve la creación de una teología autobiográfica. Este género plantea preguntas teológicas de manera diferente a la tradicional teología sistemática eurocentrista, optando en cambio por una teología constructiva. Las interrogantes profundas sobre la fe no surgen únicamente de las meditaciones de teólogos reconocidos de diferentes épocas y culturas; también emergen de las experiencias cotidianas del ser humano común, y en este caso, del inmigrante.
Sin embargo, el Diario aclara que ni la experiencia personal ni la peregrinación definen en solitario la verdad sobre Dios o la dirección para el inmigrante; es en el evangelio, como marco objetivo, donde se encuentra la orientación definitiva para cada relato personal. Esto confiere significado a una vida marcada por las más altas cumbres y los más profundos valles de la experiencia migratoria. Representa un reto para reimaginar la teología y establecer un nuevo camino hacia una teología autóctona bicultural hispana, que sea contextualizada y directamente aplicable a "extranjeros y peregrinos".